Soy la voz de quienes rechazamos armar a los civiles como una decisión para superar una crisis de seguridad pública o para revertir los índices de percepción de inseguridad
Jairo Libreros panelista Hora20 de Caracol Radio
#SoyLaVoz · La Luciérnaga · Caracol Radio · 23.02.2024
Hola, les habla Jairo Libreros, profesor de la Universidad Externado de Colombia, y soy la voz de quiénes rechazamos armar a los civiles como una decisión para superar una crisis de seguridad pública o para revertir los índices de percepción de inseguridad.
Algunas personalidades gritan a los cuatro vientos que la mejor forma de superar el sicariato, los asaltos a establecimientos comerciales y los atracos callejeros consiste en armar a los civiles, esto es, habilitar salvoconductos con mínimas barreras de acceso para facilitar el porte de armas, con el único propósito de disuadir a los violentos o, en el peor de los casos, para ultimar delincuentes.
Algunos dicen que en EEUU está demostrado que armar a los civiles es una práctica exitosa, y que esta se puede trasladar a Colombia, digo yo, como si eso fuera reformar un artículito. Esas personalidades oportunistas están equivocadas. En primer lugar, porque el modelo de seguridad norteamericano difiere de principio a fin del modelo constitucional colombiano. Y en segundo lugar, porque no es cierto que esa práctica disuada a los violentos: el estudio de las tasas de tiroteos demuestra lo contrario.
Y algunos otros afirman que en los países o ciudades donde se flexibilizó el porte de armas inmediatamente cayeron los indicadores de las principales modalidades delictivas cometidas con armas de fuego. Esas personalidades desinformadas también están erradas. En América Latina no existe estudio alguno que así lo acredite.
En conclusión, así como le exigimos a las autoridades públicas que tomen decisiones con base en la evidencia, igualmente le exigimos a algunas personalidades que hagan lo propio, es decir, que sus propuestas de política pública estén acreditadas por investigaciones académicas y, por supuesto, que estén desprovistas de sesgos oportunistas y sin distorsiones deliberadas de la realidad, que solo sirven para minar la confianza pública y socavar el debate democrático.