Ciberresilientes
La agenda de seguridad ciudadana no se agota en el espacio público, porque los delincuentes también se apoderaron de los espacios virtuales, adonde los seres humanos llegamos como protagonistas y en el primer descuido saldremos como víctimas del cibercrimen
En el Informe sobre Riesgos Globales 2024, el Foro Económico Mundial estableció que la ciberdelincuencia es uno de los tres principales riesgos en contra de la humanidad, la estabilidad política y la libre empresa. Hablamos de fraudes financieros en línea, de ataques de ingeniería social, de ofensivas de denegación de servicios, del ciberespionaje -incluida la comprar sin los permisos legales soberanos de programas como Pegasus-, del robo de identidad en línea, de los asaltos a las cadenas de suministro y de los secuestros de cuentas de redes sociales, entre muchas otras modalidades delictivas.
Eventualmente, cuando usamos servicios virtuales, todos estamos expuestos a caer en las redes del cibercrimen. Un mal paso digital, oprimir en la pantalla del celular un link desconocido o prestar un auxilio económico a una cuenta de un amigo o amiga que ha sido hackeada nos llevaría a pasar una temporada empapelados en instancias judiciales. Lamentablemente, también se consolidan otro tipo de patrones delictivos de mayor envergadura en diferentes regiones internacionales, que en cualquier momento nos tocará manejar, si no es que ya los afrontamos silenciosamente.
En 2023, Naciones Unidas reportó una nueva tipología de trata de personas. Identificó en el Sudeste Asiático a por lo menos 220 mil víctimas de trata de personas, quienes en condiciones de esclavitud están atrapadas en granjas de estafas en línea dedicadas a extorsionar, engañar y chantajear a otros ciudadanos con datos personales, imágenes y videos modificados con inteligencia artificial o con amenazas directas de uso de la violencia para conseguir pagos en efectivo o consignaciones bancarias a favor de las organizaciones criminales que dirigen esas granjas de explotación humana.
En el caso de Colombia, ¿todo está perdido? Nooo. Tenemos herramientas para responder como capacidades instaladas, talento humano formado, proyectos virtuales preventivos, programas académicos especializados y articulaciones institucionales con autoridades policiales y judiciales para dar respuestas oportunas a los riesgos que ensombrecen nuestra convivencia virtual. Nuestro país es uno de los líderes regionales con el mayor número de iniciativas para mitigar fenómenos delictivos virtuales, y Medellín con sus alianzas mutisectoriales se erige como el abanderado en la contención de ataques dirigidos a vulnerar la infraestructura crítica nacional (CSOT).
Por ello, afirmamos con orgullo inmenso que contamos con el talento humano, las capacidades públicas y privadas, las instancias de coordinación y el liderazgo político para materializar respuestas locales de ciberseguridad. Pero necesitamos una estrategia integral, que respete la autonomía territorial e impulse los liderazgos locales en alianzas público-privadas para conducir el proceso, retirar barreras, abrir espacios legales y conquistar logros. El escenario de futuro es uno solo, convertirnos en ciberresilientes, esto es, convertirnos en organizaciones y personas capaces de prevenir los embates de la ciberdelincuencia y con mecanismos a nuestro alcance dispuestos a recuperar, dado el caso, nuestro estado inicial de trabajo cesando las perturbaciones que nos limitaron.
Necesitamos definir conjuntamente el escenario, apoyarnos entre organizaciones -sin distinción alguna- para compartir con generosidad lecciones aprendidas, talentos y capacidades instaladas. Igualmente, identificar barreras administrativas para desmontarlas por sus altos costos de transacción, y de manera especial, con la creación de un nuevo marco legal que promueva los emprendimientos y les otorgue seguridad jurídica para blindar los objetos sociales.
Medellín acaba de poner la gran piedra fundacional en América Latina. Esta semana lanzaron el Centro de Excelencia en Ciberseguridad Industrial, CECI, el primero en la región y liderado por MINSAIT -una compañía de INDRA-, Ruta N y con el apoyo académico de las universidad Escuela de Ingenieros de Antioquia y del Rosario con el propósito de formar jóvenes que manejen, gestionen y solucionen las necesidades de Colombia y de Latinoamérica en ciberseguridad.
Estamos a unos pocos pasos de convertirnos en ciberresilientes. No podemos perder esta oportunidad. Ahora la posta queda en manos de otros liderazgos, porque sin una legislación adecuada, moderna y garantista para operar virtualmente podemos naufragar como sociedad y condenariamos a nuestros ciudadanos en eventuales víctimas de la ciberdelincuencia.