El abrazo del oso

Jairo Libreros, profesor titular de la Universidad Externado de Colombia

El balotaje en Colombia está definido. Gustavo Petro y Rodolfo Hernández se medirán en segunda vuelta, pero sólo el candidato presidencial que persista en su mensaje de campaña incurriendo en el menor número de errores políticos conquistará la Casa de Nariño.

La sabiduría popular acuña frases que se convierten en estándares de vida. En reglas de comportamiento que no deberíamos desconocer, porque el riesgo que entraña su olvido es una torpeza que en algunas ocasiones arroja como resultado el fracaso. Uno de esos referentes es el abrazo del oso, esto es, un engaño presentado como muestra de cariño para ocultar una trampa.

Los resultados de la primera vuelta presidencial son claros. El descontento social en contra de la élite política no admite interpretaciones. Las encuestas electorales registraron que dos de cada tres colombianos consultados votarían por el cambio. Y el balance de la jornada es contundente, más del 68% -dos de cada tres- de los electores votaron por los dos candidatos que agitaron las banderas del cambio, del no continuismo.

El candidato Petro obtuvo el primer lugar con el 40% de los votos (8.527.768) y el candidato Hernández logró el segundo lugar con el 28% de la votación (5.953.209), y estos finalistas al balotaje no contaron con el apoyo oficial de los partidos políticos Liberal, Conservador, de la U, Cambio Radical y Centro Democrático, agrupaciones que representan en el imaginario colectivo la élite política.

En las tres semanas que nos separan de la fecha establecida para la segunda vuelta presidencial -19 de junio de 2022-, el candidato que no sostenga con firmeza su mensaje de representar el cambio político pierde las elecciones. Si Hernández o Petro se dejan encasillar, identificar o aceptan el abrazo del oso de los partidos políticos tradicionales pierde las elecciones. Y alguno de los dos candidatos, uno más que otro, inevitablemente corren el riesgo de ser asociado con la élite política. Es cuestión de tiempo.

Minutos después de la definición del balotaje, el candidato presidencial que ostentaba el apoyo de la élite política lanzó la primera carnada. Federico Gutiérrez, quien ocupó el tercer lugar con el 24% de los votos (5.058.010) -uno de cada tres electores-, aseguró, palabras más palabras menos, que en compañía de su fórmula vicepresidencial no querían perder el país ni poner en riesgo el futuro de Colombia, por eso votaremos por Rodolfo.

Si Hernández pica el anzuelo destruye su discurso de cambio político. El abrazo del oso lo alejará de la Presidencia. No se trata de aceptar en términos generales el apoyo de cualquier colombiano que quiera sumarse a su proyecto. Esa frase de cajón no es suficiente para calmar las fundadas expectativas ciudadanas por cambio de las costumbres políticas. Si no rechaza con contundencia ese ofrecimiento en términos de alianza electoral, terminará asociado con Gutiérrez, con la élite política tradicional y con lo que representan.

Las toldas de Gustavo Petro no son ajenas al abrazo del oso. El oportunismo electoral también tocará sus puertas, y no llegará por cuenta de Federico Gutiérrez ni por declaraciones públicas de los partidos tradicionales o por adhesiones expresas e inesperadas de los expresidentes de la República. Pero a cuentagotas entrarán más caciques de la élite política.

En su afán por conquistar electores del centro del espectro político, de sumar más o mejores alianzas con movimientos sociales y ante la necesidad de captar simpatías empresariales o gremiales, Petro igualmente corre el riesgo de alterar su mensaje de cambio y, en última instancia, frustrar su llegada a la Casa de Nariño.

Los errores también definen el balotaje. Dos son los escenarios de intervención en donde con mayor facilidad se presentarán equivocaciones o desaciertos. Uno es mediático y el otro es judicial. De un lado, están los encuentros en los medios de comunicación. Hablamos de una entrevista malograda o un debate errático en términos de la exposición de las iniciativas de política pública.

El candidato Petro tiene un programa de gobierno sólido. Cuenta con más herramientas discursivas y programáticas para conducir los destinos de Colombia. Si sus ideas son de mayor acogida o no, es cuestión de gustos electores. En este escenario la ventaja es a favor de él. En cambio, el candidato Hernández hasta ahora sólo habla de luchar contra la corrupción. Y si bien esa iniciativa le ha dado resultado, no es suficiente para definir la Presidencia. Le faltan millas, tiene que aportar más y ahí es en donde surgirán los errores.

Y del otro lado está el escenario judicial, que no se puede confundir con la administración de justicia. Tanto Hernández como Petro afrontan causas disciplinarias y penales. Pero en un movimiento procesal programado, sorpresivo o provocado maliciosamente en el transcurso de estas tres semanas puede ocasionarles daño, y quien no lo sortee con habilidad recibirá una cuenta de cobro por pagar en la segunda vuelta presidencial.

En conclusión, las dimensiones de un abrazo del oso marcarán en Colombia el nombre del futuro presidente o del futuro senador de la oposición. En los días que restan para la votación del balotaje algunos errores son subsanables, pero una alianza con la élite política es insuperable.

Jairo Libreros. Infobae. 30.05.2022.

https://www.infobae.com/america/colombia/2022/05/30/el-abrazo-del-oso-si-hernandez-pica-el-anzuelo-destruye-su-discurso/

Jairo Libreros
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